martes, 4 de marzo de 2014

Una aventura deslumbrante y muy complicada

Myst IV: Revelation


La historia

Hoy retomamos el análisis de una de las sagas más brillantes de la historia de los videojuegos. Tras Myst, Riven y Exile, en 2004 Ubisoft lanzó una nueva continuación. Myst IV: Revelation debía hacer olvidar el ligero desencanto de su predecesor tras los dos primeros e impagables títulos.

Diez años después de los hechos de Exile, Atrus nos invita su casa en Tomahna, donde vive con su esposa Catherine (ausente por un viaje) y su hija Yeesha. Nuestro amigo nos revela que sus hijos Sirrus y Achenar permanecen todavía encerrados en sendos libros-eras. Ante la insistencia de Cahterine, Atrus decide visitar a sus hijos para juzgar si están reformados, tarea en la que cuenta con nuestra ayuda. Sin embargo, un percance técnico en una máquina le obliga a marcharse para conseguir los materiales necesarios para la reparación de los desperfectos. El jugador queda así al cuidado de la pequeña Yeesha. Una visita inesperada lo pondrá todo patas arriba.

El chapucero de Atrus recurre de nuevo a nosotros.

Extrañas máquinas, obra de Atrus.


Myst IV apuesta por recuperar a los personajes del Myst inicial, los vástagos de Atrus. El pérfido Sirrus y el inestable Achenar, que antaño arrasaran eras enteras volverán a cruzarse en nuestro camino a lo largo de una aventura espectacular. Los actores que interpretan a dos bribones han cambiado, si bien mantienen fisonomías muy similares. En cuanto a Catherine, sólo la vemos en retratos y esculturas, y al escuchar su voz en la versión original advertimos que no se trata ya de la misma actriz.

En cualquier cosa, el argumento de Revelation está muy inspirado. Encaja perfectamente en el universo de los hermanos Miller. Concentra puzles, intriga, y algunos de los momentos  más espectaculares de la saga.


Jugabilidad

En el cuarto título de la saga nacida en 1993 observamos una simple puesta al día, sin muchas evoluciones. De esta manera, Ubisoft mantiene el intuitivo 'point-and-click' como sistema de juego, así como los 360 grados o el 'modo burbuja' que ya introdujera Myst III: Exile. En la entrega que nos ocupa, las transiciones entre los distintos nodos es más fluida y además añade una función nueva a nuestro cursor (la tradicional mano, a la que por cierto podemos asignar cualquier color): golpear levemente las cosas para saber de qué están hechas a partir del sonido que emiten.

Continuas referencias a Myst.

Fantasiosas criaturas habitan las eras.


La principal novedad la encontramos en el inventario, en el que contamos con dos herramientas extraordinarias. De una banda, una cámara fotográfica con la que podemos capturar imágenes y adjuntarles notas. Las instantáneas se archivan de tal forma que podemos revisarlas cuando nos plazca. De otra banda, un colgante extraviado por Yeesha con el que accedemos a fugaces visiones de lo que ha sucedido en determinados lugares.

En cambio, no contamos con la posibilidad de guardar (hurtar) los diarios que vamos encontrando. La opción de fotografiar las páginas y dibujos más interesantes de los mismos sustituye esta opción. Otra función interesante del 'colgante de la memoria' es la lectura en voz alta de estos textos por boca de sus respectivos autores.

Los puzles, una de las mayores señas de identidad de Myst, adquieren una dificultad poco menos que legendaria. No sólo es un juego en el que los detalles en apariencia más nimios tienen una importancia esencial, sino que además es bastante complicado adivinar qué hay que hacer en cada rompecabezas. Excesivamente difícil, a mi juicio.

Fondeadero, una era cubierta de selva.

Detalles cuidadosamente colocados en los escenarios.


Siendo ya la cuarta parte de una saga, un jugador ya sabe de qué va la cosa. Revisar, teorizar y probar.  Revelation es un videojuego que hay que disfrutar jugando tranquilo y sin preocupaciones, 'rara avis in terrae'. Si no concentramos nuestra atención para resolver los enigmas que entrañan las diversas eras, seremos sensibles de caer en la frustración. La duración, que como sabemos puede prolongarse hasta el infinito, es muy satisfactoria.


Cuestiones técnicas

El apartado técnico de Myst IV es probablemente el mejor de toda la colección. La prerenderización de los escenarios permite una calidad estupenda en texturas e iluminación. Los efectos animados impregnan dinamismo y consiguen un acabado muy meritorio. El movimiento de diversas criaturas, del humo, del agua o de los elementos impelidos por el viento transportan al jugador y le hacen olvidar la a priori artificial jugabilidad del 'point-and-click'.

La cámara nos facilita la tarea de tomar notas sobre lo más llamativo.

El reencuentro con Sirrus y Achenar no es precisamente cordial.


Destacamos el tratamiento de la luz solar, así como el efecto de enfoque y desenfoque que podemos experimentar en cada uno de los nodos. Esto produce una sensación de profundidad y realismo que suponen la culminación de una serie a la vanguardia del realismo visual.

Los escenarios rebosan belleza y fantasía, y cada una de las cuatro eras que tenemos a nuestra disposición se presenta con una personalidad propia e inconfundible. Incontables detalles realzan la verosimilitud y enriquecen la experiencia del jugador. Para el recuerdo quedan algunos momentos espectaculares.

Como ya es tradición, actores de carne y hueso dan vida en 'full motion video' a los personajes del juego. Estas actuaciones, eso sí, no están a la altura de las de Exile. En la versión doblada al castellano, además, las voces resultan un poco cargantes.

Deberemos explorar grutas y lugares secretos.

El trabajo en la iluminación es excepcional.


El apartado sonoro aporta, como siempre, un enorme repertorio de efectos y ruidos ambientales. Pero es la banda sonora lo que más llama la atención. La espléndida partitura de Jack Wall, más coral y compleja que en las aventuras previas, termina de insuflar vida y personalizar a las diversas eras. La  equilibrada Tomahna, la apacible Serenia, la selvática Fondeadero, y la áspera Chapitel tienen melodías propias. Paralelamente, el tema Curtains de Peter Gabriel, queda grabado en la memoria.


Conclusión

La saga de Myst logra la perfección técnica manteniendo los principios de jugabilidad que le hicieron destacar hace más de una década. Algunos rompecabezas son demasiado complicados de resolver por la sencilla razón de que no se explica qué hay que conseguir exactamente. En cualquier caso, el nivel de esta entrega es considerablemente destacado.


Puntuación: 8

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